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Cómo evitamos las “pataletas” de nuestros niños y niñas.

  Últimamente han notado a sus hijos o hijas más irritables, ¿presentan más pataletas de lo habitual, saben si es parte de su etapa del desarrollo o si esto responde a algún factor estresor ambiental? ¿será efecto del confinamiento? Para la tranquilidad de algunos/as, estadísticas internacionales indican que uno de cada dos niños se muestra porfiado y desobediente en más de una oportunidad y que dos de cada diez exhiben una conducta oposicionista en forma habitual. Pero sólo en dos de cada cien niños la conducta oposicionista u oposicionista desafiante obedece a una psicopatología.  

¿Cómo abordamos a nuestros hijos cuando presentan pataletas o desajustes conductuales? Primero debemos identificar los factores que facilitan, provocan y empeoran la causa del desajuste conductual.  Cuando observamos un comportamiento desafiante se pueden observar numerosos motivos que terminan en una respuesta conductual representada por la desobediencia, el negativismo y la pataleta en los niños más pequeños y en los más grandes nos podemos encontrar con una actitud de directa confrontación. Nos podemos encontrar con tres escenarios posibles: 

  1. Conducta rebelde propia de la edad del desarrollo (por ejemplo: un niño de 2 años que se muestra irritable y llora frente a una respuesta negativa por falta de sueño).
  2. Conducta rebelde reactiva (por ejemplo: dar una respuesta negativa ante la solicitud del niño/a “no puedes ver televisión ahora, debes ordenar tu pieza”).
  3. Conducta rebelde como expresión de una psicopatología (requiere evaluación de un especialista).

Los primeros veinte años de vida, en nuestra cultura el ser humano aún no es autónomo y depende de normas y límites que son impuestos por los padres, el colegio y la sociedad. Por lo tanto, es esencial que para que los niños, niñas y adolescentes puedan desenvolverse de acorde a las normas sociales, deben aprender a hacerse cargo de las consecuencias de sus acciones y a la vez internalizar los valores que tanto los padres, colegio y sociedad le han entregado. Lo anterior, es el fundamento psicológico del desarrollo moral y una condición básica para poseer inteligencia emocional, lo que a la vez permitirá que nuestros hijos e hijas se adapten a las exigencias sociales. 

El origen de las pataletas o comportamientos desafiantes puede ser la ansiedad, el miedo, impulsividad o dificultad para autorregular las emociones, la tendencia a atribuir a terceros las consecuencias de las acciones propias y el acto de obedecer solo por temor al castigo.  En nuestro rol de crianza debemos tener presente que socializar es implantar normas y limites, educar emocionalmente y acompañar al niño en el cumplimiento de sus tareas.

Con el objetivo de poder apoyarlos en esta difícil misión que tenemos como madres y padres de criar a niños, niñas y adolescentes felices, les entrego algunos consejos para el adecuado desarrollo de su proceso de socialización y manejo conductual.


1.

Implementar normas en forma oportuna y sistemática

Las normas de convivencia son fundamentales en la dinámica familiar. El adulto fija la norma y el niño la acepta y cumple, lo cual se denomina un contrato de obediencia, que el niño hará parte de un principio valórico.
Respeto:  actitud de consideración hacia otro, contempla exigencias de buen trato en la actitud, modales y lenguaje. Esta norma se debe inculcar a temprana edad, antes de los cinco años, y se va reforzando a lo largo de todo el desarrollo. 
Hábitos de orden y de buen uso del tiempo:  la vida en comunidad exige mantener los espacios ordenados, cumplir con reglas sobre los lugares específicos donde se deben realizar las actividades cotidianas de la casa, respetar horarios para acostarse, levantarse, jugar y recrearse.
Rectitud y honestidad: se debe inculcar a temprana edad a los niños el decir la verdad asumiendo los costos que ello implica y reflexionar cuando se ha cometido un error para evitar repetirlo. 

2.

Poner límites claros, consistentes y flexibles

Los límites deben ser claros, firmes y consistentes, deben ser necesariamente flexibles y acomodarse a variables tales como la edad y el nivel de madurez de los hijos. 

3.

Educar emocionalmente

Como padres tenemos la misión de educar las emociones de nuestros hijos e hijas para que desarrollen una temprana autorregulación emocional, aprendan a ser reflexivos, incorporen gradualmente un corpus valórico, se hagan cargo de modo responsable de las consecuencias de sus acciones y construyan el carácter. 
Por ejemplo: identificar y reconocer la emoción de sus hijos/as:
“veo que tienes pena, ¿qué te puso tan triste?” “me da la impresión de que estás con mucha rabia, ¿me puedes contar que te enojó hoy día?” “¡me da mucha alegría verte así de sonriente y feliz!”“¿qué cosas te dan vergüenza?”

 Cuando estamos educando a nuestros hijos debemos ser muy conscientes de los mensajes que les emitimos, ser claros y no contradecirnos, sobre todo entre los padres. Evitar el castigo y reforzar conductas positivas, los invito a buscar soluciones alejadas del castigo, y utilizar refuerzo positivo cuando sus hijos e hijas hagan las cosas bien, y vean que se están esforzando para cumplir con las normas del hogar. Los mejores refuerzos son los besos, los abrazos, las caricias y frases que destaquen los valores y buena conducta. 

Adjunto enlace para reforzar el documento con un video informativo: 

Fuente: “Niños con pataletas, adolescentes desafiantes” (Amanda Céspedes, 2007).

Ps. Paula Timmermann Poch

Encargada de Convivencia Escolar

Colegio Alianza Austral

paula.timmermann@colegioalianzaaustral.org

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